Los coches modernos con inyección electrónica detectan cuando no estás aceleran y cortan la inyección si hay una marcha engranada, por lo que no consumen nada en ese momento.
En cambio, si pasas a punto muerto, el motor pasa a funcionar a ralentizado y necesita combustible constantemente para no calarse. Esta cantidad, aunque pequeña, implica un consumo continuo, entre 0,5 y 0,7 litros/hora en muchos casos.